Cuando hablé ayer con mi cuidador sobre sus experiencias infantiles, me habló con orgullo de la vaca lechera de su padre en Bosnia. Su creencia de que las vacas están diseñadas naturalmente para producir leche para los humanos me recordó de nuevo las interminables discusiones que ya he tenido: ¿Cómo podemos seguir creyendo que la explotación de los animales puede ser sostenible y estar justificada?
Tardé años en enfrentarme a la verdad. No quería admitir que incluso el consumo de leche o carne de producción "sostenible" significaba sufrimiento animal. En aquel momento, pensaba que era una consumidora consciente, con un granjero que sólo sacrificaba un animal a la semana y cuyas vacas pastaban en pastos. Pero lo que ignoraba era la realidad que había detrás: Todo animal que se "cría" para fines humanos vive una vida al servicio de los humanos y acaba en el matadero. ¿Qué se supone que tiene eso de libre de animales?
La realidad de la industria láctea
La industria láctea moderna degrada a las vacas a meras máquinas de producción. Según PETA, en Alemania las vacas producen a veces más de 50 litros de leche al día, una cantidad que supera con creces lo que necesitaría un ternero. Esta "presión para rendir" provoca enormes problemas de salud, como dolorosas inflamaciones de la ubre (mastitis), cojera y una enorme pérdida de energía, que hace perder peso a los animales.
Las vacas son mamíferos. Sólo dan leche cuando tienen crías, igual que los humanos. Pero en lugar de eso se ven obligadas a entrar en un ciclo de inseminación artificial, parto y separación de la cría. ¿El ternero? Un "producto de desecho" que se vende para engorde o se mata si es macho. Las terneras hembras pasan a formar parte del sistema y experimentan el mismo destino que sus madres.
La crueldad con los animales es habitual
Independientemente del tipo de ganadería, ecológica o convencional, el sufrimiento animal está omnipresente en la producción de leche. Un estudio financiado por el gobierno alemán (PraeRi) muestra que alrededor de 35 % de las vacas lecheras de las granjas alemanas son sacrificadas prematuramente debido a enfermedades. Alrededor de 70 % de los animales viven en suelos de hormigón o de rejilla, millones están atados durante meses, a menudo sin acceso a pastos.
La leche y la destrucción del medio ambiente
La leche no sólo es un desastre para los animales, sino también para el medio ambiente. Los rumiantes, como las vacas, emiten grandes cantidades de metano, uno de los gases más perjudiciales para el clima. La cantidad media de agua necesaria para producir un litro de leche es de 628 litros, mientras que las alternativas vegetales, como las bebidas de soja, sólo necesitan unos 28 litros. A esto hay que añadir la tala de selvas tropicales para alimentar a los animales y el enorme despilfarro de tierras.
La cuestión moral
No sólo es ilógico, sino también inmoral, que el ser humano sea la única especie que consume la leche materna de otra especie, incluso hasta la edad adulta. ¿Por qué el derecho a la vida de una vaca debe valer menos que el de un perro? No hay cría de animales sin sufrimiento. Y no hay razón para seguir consumiendo leche cuando hace tiempo que existen alternativas vegetales en todas partes.
¿Qué podemos hacer?
La forma más fácil y sostenible de acabar con el sufrimiento de la industria láctea es pasarse a las alternativas vegetales. Ya sean bebidas de avena, soja o almendras, la elección es enorme. Y cada paso que te alejas de los productos animales es un paso hacia un mundo más justo para todos los seres vivos.