Nada más que estrés y problemas

Y ahí estaba, el PEG. En secreto, en silencio y en silencio. Kaboom. Para ser sincero, lo había planeado de otra manera, mi reportaje. No planeé esperar más de tres meses para hacerlo. Pero tampoco estaba planeado, no tuve precisamente pocos problemas con la PEG durante las primeras ocho semanas. Al menos, ahora por fin puedo pasar el día sin dolor y sin analgésicos.

¿Qué ha ocurrido? Bueno, por ahora seré breve. Los cuidados posteriores en el hospital se limitaron a dejarme ingresada seis días sin más tratamiento ni cuidados, hasta que prácticamente me di el alta el sábado. Revisión de la cicatriz, tratamiento de la herida, desinfección periódica, movilización de la placa, oh, no tengo ni idea de esas cosas. ¿Qué más necesito saber para poder juzgar si el trabajo se está haciendo correctamente? ¿Para qué están los expertos? Por supuesto, me cobraron por los cuidados que se suponía que había recibido, a pesar de que llevaba conmigo mis propios cuidados las 24 horas del día, como se había acordado. Porque los primeros minutos en la sala ya demuestran hasta qué punto incluso una institución altamente especializada como el Instituto Friedrich Bau se habría visto sobrecargada con mis cuidados y apoyo. Mientras mi enfermera tenía que luchar para que la dejaran entrar en mi habitación, porque por supuesto nadie del hospital sabía nada, los cuidados se limitaban a poner la campanilla en mi cama y dejar la puerta de la habitación abierta. Si no fuera tan triste que no puedo mover nada de la mandíbula para abajo, casi sería gracioso. Igual que la cuestión de si como la comida en la cama o en la mesa. De acuerdo, el asado no tenía tan mala pinta. Pero, en primer lugar, vivo vegana y, en segundo lugar, hola, ¿para qué procedimiento médico estoy allí? Esa es exactamente la pregunta que mi enfermera se tomó la libertad de hacer y enseguida obtuvo la respuesta de que me iban a poner una PEG. ¿Qué se suponía que tenía que hacer con la comida en el regazo? Entonces no quise y ella se fue.

Sin embargo, los cuidados prestados por el FBI se siguieron facturando sin deducciones, como descubrí hace poco. Y mi servicio de asistencia también quiso facturar, pero la compañía de seguros se negó a pagar. ¿El motivo? Bueno, como no soy especialista no puedo decir mucho al respecto, no sé lo que tiene que hacer un servicio de cuidados en caso de asistencia hospitalaria. He preparado todo de antemano lo mejor posible para que tengamos cama y comida para mis cuidadores y ellos también se hagan cargo de los cuidados. Todo de lo que me he ocupado en este asunto ha funcionado. Sin embargo, mi servicio de cuidados tiene que ocuparse de la facturación en sí. Así es como yo lo veo. Sin embargo, mi servicio de cuidados tiene una opinión diferente.

Eres un auténtico gilipollas como paciente. ¿Qué crees que hace mi servicio asistencial cuando la compañía de seguros no paga? ¿Porque nadie del servicio asistencial ha hablado nunca con la aseguradora? ¿Y mucho menos ha solicitado el reembolso oficial? O no sé qué habría sido necesario. ¿Parezco un servicio de cuidados? No, pago a los profesionales de mi servicio de asistencia para que se ocupen de ello, de modo que no tenga estrés por los problemas de facturación del servicio de asistencia con la AOK Baviera. ¿Notas la ironía involuntaria en esa afirmación? Pero en realidad tus pensamientos iban en la dirección correcta. Ahora, cuatro meses después, mi servicio de asistencia opina que yo era la responsable en aquel momento. No tuve jefe de equipo durante meses, así que, efectivamente, me esforcé todo lo que pude por hacer muchas cosas que Dios sabe que no eran responsabilidad del paciente. Nunca se me habría ocurrido que yo fuera responsable si hubiera problemas con la compañía de seguros médicos a causa de la facturación. Sin embargo, la dirección y los propietarios de mi servicio de enfermería lo ven exactamente así y lo subrayan enviándome la siguiente factura sin previo aviso:

Así que, tras la discusión más breve de la historia -la irreconciliable diferencia de opinión es evidente-, ayer transferí casi 7.000 euros a mi servicio de asistencia. En realidad, el dinero estaba previsto para otra cosa. Una gran, gran pena.

En aras de la forma, pido disculpas a quienes se sientan aludidos, pero quien me trate así tendrá que hacerse amigo de mis informes sobre la gestión del estrés personal. Sea como fuere Dentro de un momento informaré detalladamente de lo demás que salió mal. La razón de mi falta de motivación para escribir en las últimas semanas es el hecho de que no sólo he recibido una PEG de la clínica, sino también un germen. No es uno multirresistente, pero eso no cambia el hecho de que tuve una herida supurante abierta durante ocho semanas, que me dolía una mierda hasta hace poco. En realidad, no creo que sea una llorona cuando se trata del dolor. Soporto una punción lumbar, es decir, dos gruesas agujas clavadas directamente en la médula espinal, sin analgésicos, igual que cuando una enfermera me introduce un catéter de 34 cm en la boca hasta los pulmones para succionar. Pero el dolor en la PEG, enfermizo, de otro planeta.

Desde mi visita al hospital, ya no podía sentarme a causa del dolor. No me digas, es una sensación indescriptible. Es como si hubiera un pequeño duende acuclillado en mi estómago, esperando la oportunidad de encender la motosierra y liberarse de dentro afuera. Desde entonces, tampoco he podido ingerir ningún alimento por vía oral. Tampoco puedo beber nada. Así que tengo que tomarlo todo a través de la PEG. Para mí, eso ya no tiene mucho que ver con comer y beber. Quién sabe si hoy en día puedo incluso beber por mi cuenta con mis problemas para tragar.

Aquí la historia continúa...