Lo que sigue es algo didácticamente desacertado. Te mostraré lo que está mal. Pero como toda la palabrería no ha servido de nada, espero que las imágenes expliquen el problema de forma más comprensible. Porque no, se trata de un asunto serio y no, no me parece gracioso ni risible que me vuelvan a arrancar la mascarilla respiratoria del cráneo. Me resulta tan incomprensible como cuando mis enfermeras me dicen que saben que apenas puedo respirar por el lado izquierdo y que me ahogo con mi propia saliva prácticamente sin parar. Pero así es más fácil para el cuidador. Jaja, ríete. Ahí estaba otra vez, esa risa que casi me parece un poco incómoda. No, a mí tampoco me hace gracia. Lo soporto porque, a pesar de todo, siento que aquí estoy en buenas manos. Y seamos sinceros, ¿qué otra opción tengo?
Es entonces cuando te das cuenta de lo hastiada que me he vuelto después de tres servicios de enfermería. Había amigos conmigo, algunos de ellos también enfermeros de cuidados intensivos, cuando se hizo esta afirmación. La mirada quería expresar algo parecido al asombro. También podría decirse puro horror. Bueno, así son las cosas. Hay cosas peores.
Incluso con respecto a la risa de mierda, he experimentado cosas peores. Es psicológicamente interesante que las enfermeras que más se quejan de sus propias colegas no sean mejores ellas mismas. Hace menos de una semana me pusieron por la noche una mascarilla a la que le faltaba la mitad. Siguen los cuentos sobre partes que se habrán caído debajo de la cama. O que los colegas del servicio diurno son todos discapacitados. Jaja, ríete, eso no había pasado nunca, qué gracioso. Espera un momento, estás a punto de volver a ponerte la mascarilla vieja, pero me parto de risa, es muy gracioso.
Hm, tengo una opinión diferente. En primer lugar, soy el único aquí que es discapacitado, oficialmente 90% gravemente discapacitado y gravemente discapacitado de otras formas. LOL. Sin embargo, soy capaz de comprobar una mascarilla antes de ponérmela. En un paciente con -ahora lo llamaré así- trastorno de ansiedad conocido a causa de la ventilación de todos modos, pero también en general. Para mí es un misterio cómo se puede olvidar algo así. En cualquier caso, los compañeros no tienen la culpa, el cojín de la mascarilla se limpió y se apartó para que se secara. Así que tampoco está debajo de la cama, cabeza de chorlito. Y en segundo lugar, a riesgo de repetirme, no, no me hace ninguna gracia. No me hace gracia. No me hace gracia. Indiscernible. Ya he terminado.
No podré cambiar a nadie. Pero al menos puedo seguir señalando lo que a menudo se hace mal, con la esperanza de que al menos ocurra con menos frecuencia en el futuro. Y como parece que el tema de las mascarillas sigue siendo un espectro para muchas enfermeras, empecemos precisamente por eso.
Correcto: | Incorrecto: |
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El tubo queda suelto sobre la cama formando un bucle. | La manguera cuelga de la mascarilla directamente hasta el borde de la cama. |
Al enderezar la mascarilla, el tubo tiene suficiente holgura y el cuidador le presta atención. | El tubo está pinzado por el cuerpo del cuidador. |
La manguera cuelga floja en la dirección de la conexión de la manguera. | El tubo está en una dirección no deseada y levanta la mascarilla de la nariz. |
El tubo no influye en la postura de sentado. | La manguera demasiado apretada me tira de la cabeza hacia un lado. |
Antes de girar sobre un lado, se puso suficiente reserva sobre la cama. | La falta de reserva ya ha provocado que la manguera se arranque con bastante frecuencia. |