No es una tormenta,
sino cien vientos susurrantes,
que gritan suavemente.
Una gota sobre la piel ardiente,
un lío en el espejo del día


Los ojos hablan con dolor,
no en lágrimas.
Ves un mar de papel,
de la humedad, de las capas -
un caos sin centro.

La mesa que quiere estar vacía,
soporta la carga de los días.
La cama, un altar de cansancio,
envuelto en anillas, rollos,
y la pregunta:
"¿Dónde empezó todo?"


El silencio en tu oído,
grita más fuerte que cualquier sonido.
Paciencia, una palabra extraña.
Pero entre todo esto -
una sonrisa.
O algo que se le parezca.


Porque en alguna parte,
tras la niebla de las cosas y los pensamientos,
es otra habitación,
en la que sólo puede entrar el valor.