Querido diario,

Ayúdame. No quiero volver a tumbarme en una cama de cuidados y ver cómo un hilillo de sangre corre de mi boca a la almohada.

Después de todos los problemas y el estrés que acabo de tener por el sangrado de las encías, ya es suficiente para las próximas semanas. Ya he prohibido los cepillos de dientes y sólo nos limpiamos con esponjas dentales. Pensaba que ya nada podía salir mal.

Últimamente parece convertirse en norma que yo me equivoque. Sigo suponiendo que varios de mis cuidadores están más al tanto de lo que demuestran conmigo.

Y así fue como, en el primer intento, un palillo de cuidado dental dio en el punto más dañado. Y se clavó allí. Hice un gesto de dolor. Por favor, otra vez no. Qué raro. Juraría que algo se ha roto. Pero entonces no seguiríamos sin ser molestados. Mi enfermera saca el palillo. Oh, oh, oh, .. Eso no tiene buena pinta. Igual que la succión que sigue. Normalmente seguirían dos o tres palillos más. Hoy, sin embargo, lo succionamos enseguida y, como era de esperar, todo vuelve a estar rojo. Por qué no decimos algo enseguida, pero obviamente esperamos que no se note y que no me acuerde de la última vez. Y ya estaba contorsionando la cara cuando ocurrió. ¿Cómo demonios se supone que lo he olvidado en dos minutos? Eso no es normal.

Esta vez tenemos más suerte que sentido común. Literalmente.

Una vez más, cortamos bastoncillos adecuados para el cuidado de la boca, que se sujetan entre el tejido sangrante y los labios. Es una pena que hoy haya sido por dentro. No se puede atar la herida real. La espera constante a que algo mejore, a que algún medicamento haga efecto o a que pase por fin algún ataque de pánico se está convirtiendo aquí en un mal hábito, igual que mis propios errores.

Al menos este método también funciona una segunda vez. La nueva hemorragia puede detenerse rápidamente y eso es bueno por hoy.

Me pregunto por qué siempre tiene que pasar algo antes. Aquí es como con los niños pequeños.